¿Qué factores son los que llevan a que deportistas de alto rendimiento sufran problemas cardiacos?

Tristeza e impacto generó el fallecimiento del futbolista uruguayo Juan Manuel Izquierdo, quien tras estar cinco días internado luego de sufrir una arritmia cardiaca mientras disputaba el partido entre Sao Paulo y Nacional por la Copa Libertadores, empeoró, y este martes, a la edad de 27 años, perdió la vida.

Un “paro cardiorrespiratorio asociado a su arritmia cardiaca”, fue la causa de muerte del futbolista, según señalaron desde el Hospital Albert Einstein de Brasil a través de un comunicado oficial.

Lo ocurrido con Izquierdo, trae a la memoria otros casos similares, donde futbolistas han perdido la vida mientras disputaban un encuentro deportivo, como fue el caso de Miklós Fehér en 2004 mientras jugaba por el Benfica de Portugal, Marc-Vivien Foé en el 2003 cuando disputaba un encuentro de la Copa Confederaciones con Camerún o Antonio Puerta en 2008 cuando defendía la camiseta del Sevilla de España. 

El cardiocirujano y asesor del Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad San Sebastián (IPSUSS), Manuel José Irarrázaval señala que “hay que tener presente que normalmente en el deporte hay un aumento de exigencia de trabajo cardíaco, por lo tanto si la circulación coronaria está debilitada o fallada porque tienen lesiones arterioscleróticas, la probabilidad de que se produzca un desbalance entre la necesidad de oxigenación que tienen los tejidos del corazón y la capacidad de irrigación que tienen unas arterias coronarias, si se desbalancea esa situación naturalmente que el riesgo aumenta muchísimo”. 

Sin embargo, el especialista aclara que “la vinculación entre el infarto y el deporte es antagónica. De hecho, hacer deporte oportunamente si se ha chequeado a la persona y no tiene factores de riesgo es un buen factor preventivo”.

El director de la carrera de Kinesiología de la USS Ricardo Henríquez afirma que “no es común en deportistas de alto rendimiento. Hay estudios que señalan que el porcentaje de ocurrencia varía entre 1,2 a 2,5 casos por cada 100 mil deportistas de alto rendimiento al año, por lo tanto, no es algo común”.