La brecha generacional en la política chilena nos está llevando al despeñadero

Marcelo Trivelli, Fundación Semilla.

Marcelo Trivelli

Uno de los problemas menos reconocidos que enfrenta la política es la brecha generacional; está siendo la piedra de tope para avanzar en acuerdos porque se ha preferido exacerbar las diferencias en vez de enfrentarlas y superarlas.

Cada generación a través de la historia, pero principalmente a partir de la Revolución Francesa, ha cuestionado y, a menudo, transformado los valores y estructuras heredadas. Estas tensiones reflejan una lucha inevitable entre el deseo de conservar lo establecido y la necesidad de adaptarse a nuevas realidades. Ejemplos recientes son las movilizaciones estudiantiles de los años 60 ocurridas a nivel mundial, y en Chile, la participación de jóvenes populares en las protestas contra la dictadura en los 80, y entre 2006 y 2019 la creciente participación juvenil en movimientos sociales y la elección de Gabriel Boric como presidente en 2022.

Las generaciones más jóvenes, particularmente aquellas nacidas en los años 80 y 90, trajeron consigo una visión diferente marcada por una vida en democracia, una economía estable y en crecimiento, acceso masivo a la información digital y redes sociales y por el surgimiento de nuevos desafíos globales tales como el cambio climático, la igualdad de género y los derechos sociales.

Acusan a los mayores de aferrarse a prácticas obsoletas y de perpetuar un modelo económico y político que no da respuesta al Chile de hoy. En contraste, políticos mayores critican a las generaciones jóvenes por su falta de experiencia y por aferrarse a causas identitarias, acuñando de manera despreciativa el término de “cultura woke”.

La brecha generacional tiene efectos tangibles en la convivencia cívica -gobernabilidad- y la cohesión social y por ello es imprescindible hacer esfuerzos por reconocer que esta brecha existe y que acortarla requiere un esfuerzo consciente por parte de todos los actores políticos.

Los mayores deben reconocer que la impronta de las generaciones menores es mucho más que su forma de vestir, su música o su presencia en RRSS y que la renovación es parte del ciclo natural de la política, mientras que, al revés, deben reconocer que no toda la historia es mala o perversa y que los cambios no ocurren de la noche a la mañana. Es un tremendo desafío para nuestro país con una historia política tan compleja.

En Fundación Semilla, reconocemos el impacto adverso que presenta la brecha generacional a nivel educativo. Desarrollamos programas en este ámbito y podemos decir que atreverse a enfrentarlo y abordarlo con trabajo inter e intra generacional tiene resultados positivos para toda la comunidad educativa. Estamos convencidos que esto se puede hacer extensivo a otras situaciones y en especial a la política.

En lugar de sacar provecho político electoral y profundizar este conflicto, tenemos la oportunidad de construir puentes entre generaciones donde cada persona o grupo tenga su lugar y donde las generaciones no compitan, sino que colaboren.

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