Fomentar la autonomía desde edades tempranas
Paulina Bobadilla, directora de Casa de los Niños del Colegio Epullay, Peñalolén.
Fomentar la autonomía en los niños ha sido una de mis principales prioridades como educadora. Desde las primeras etapas de la infancia, he visto cómo el desarrollo de esta habilidad transforma profundamente las vidas de los niños, permitiéndoles crecer como individuos seguros y capaces de enfrentar los desafíos del futuro. Por ello, quiero compartir mi visión sobre por qué es crucial cultivar esta capacidad desde el aula y desde edades tempranas.
En mi experiencia, aprender a tomar decisiones, resolver problemas de manera independiente y asumir responsabilidades son pilares esenciales para el desarrollo integral de los niños. Estas herramientas no solo fortalecen su autoestima y su capacidad de autogestión, sino que también les brindan una base sólida para convertirse en adultos resilientes, independientes y colaboradores eficaces en cualquier entorno.
En este sentido, el método Montessori se ha convertido en una fuente de inspiración para mí. Esta filosofía educativa fomenta la autonomía desde edades tempranas, basándose en el respeto hacia el niño, la libertad dentro de límites claros y el aprendizaje a través de la acción práctica. Este enfoque ve a los niños como aprendices activos y protagonistas de su propio desarrollo.
Uno de los principios que más valoro del método Montessori es la creación de un “ambiente preparado”. Este espacio está diseñado para ser ordenado y accesible, lo que permite a los niños explorar y aprender a su propio ritmo. He observado cómo, al tener acceso a materiales adecuados a su edad y habilidades, los niños adquieren confianza en sí mismos y en sus capacidades. Al elegir actividades que les interesan, organizan su espacio y cuidan de sus pertenencias, fortalecen su autonomía de manera natural.
Como educadores, nuestro rol también es crucial. En un aula Montessori, los maestros actuamos como guías, ofreciendo apoyo sólo cuando es necesario. Esto permite que los niños aprendan de sus errores y refuercen su independencia. Personalmente, he sido testigo de cómo este enfoque ayuda a desarrollar habilidades como la concentración, la perseverancia y la capacidad para tomar decisiones conscientes y responsables. Estos aspectos impactan positivamente su desarrollo integral y les preparan para los retos de la vida.
Estoy convencida de que fomentar la autonomía desde edades tempranas establece las bases para una vida adulta exitosa. Cuando los niños aprenden a manejar sus responsabilidades, adaptarse a los cambios y enfrentar los obstáculos con determinación y creatividad, no solo se benefician ellos, sino también la sociedad en su conjunto. En definitiva, la autonomía es una de las mejores herramientas que podemos ofrecerles para que alcancen una vida plena y significativa.
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