La prensa y el juicio a Llaitul: Los 3 actos
Ricardo Barría Dillems, ingeniero comercial, magister en comunicación. Editor de AraucaniaDiario, miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
¿Estrategia o pura coincidencia?
Se supone que la objetividad es un principio rector en el accionar del Ministerio Público y que éste no es ajustable, como el mismo concepto de objetividad implica. No depende de como se mire o de quién mire, es nada más.
Por eso que en prensa -quienes son sinceros y saben- poco hablan de objetividad y como me enseñara mi gran profesora de ética periodística, María Elena Gronemeyer, en la Católica, en realidad debemos trabajar con una "pretensión de objetividad", ya que lo otro, nunca va a ser posible.
Así, en la materia más importante de la sociedad, la justicia, es de esperar que quienes tienen la facultad de investigar, dejar de hacerlo, meter a alguien preso o sacar a un ser humano de la cárcel, trabajen al menos con una pretensión de objetividad; donde no importe por ejemplo ni el color político, ni la clase social, ni los contactos o si el fiscal es "antimapuche" o racista, o no.
La obra de teatro
En el caso del juicio al vocero histórico de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) Héctor Llaitul, en relación a la prensa, es una obra de teatro que contiene 3 actos y muy bien definidos, donde sin las publicaciones de los medios de comunicación, no se le habría podido juzgar.
En el primer acto, la fiscalía regional se sirve y utiliza diverso tipo de documentos, videos y audios donde Héctor Llaitul, supuestamente y a través de la prensa, hace una "apología" a la violencia; palabra que viene del griego y luego del latín, que significa según la RAE: "Discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo".
Así, al fiscal regional le sirve y se sirve del trabajo de distintos periodistas -Natalia Nicolás incluida-, sin delimitar o buscar saber si para "conseguir" esas cuñas se hicieron amigos de Llaitul, conversaron previamente (obvio) con él o si en sus propias palabras "sobrepasaron el ámbito del ejercicio profesional", para obtener esas entrevistas que tanto a él le sirven para mantener en prisión preventiva al vocero de la CAM.
Ahí da lo mismo lo que las periodistas (*) hicieron para obtener estas notas y para que no digan que se le saca de contexto, esto es lo que dijo el fiscal regional Roberto Garrido a la televisión chilena: "Hay algunas conductas que podrían generar sospecha en cuanto al comportamiento de los periodistas, que son interlocutores de él, si están dentro del ámbito del ejercicio profesional o bien si sobrepasan el mismo", luego de dar a conocer los mensajes de un par de periodistas con Llaitul, identificándolas.
Segundo acto
Luego, en el segundo acto de esta obra de teatro, donde varios testigos "sin rostro" son incluso representados por el abogado de una empresa forestal, la defensa de Héctor Llaitul, en la preparación del juicio oral, pide citar a declarar a los mismos periodistas que hicieron los reportajes con que la fiscalía juzga al vocero de la CAM. Sin embargo, sorpresivamente, el fiscal regional se opone.
Sí, la fiscalía regional se opone a que se cite a declarar a los periodistas que hicieron las entrevistas, donde Llaitul hace esa "apología a la violencia". ¿Por qué?, ¿por qué si lo que la fiscalía busca es llegar a la verdad, sea Llaitul culpable o inocente? (Para qué vamos a decir que el mapuche que vemos esposado todos los días es inocente hasta que se compruebe su culpabilidad).
¿No habría sido bueno que quienes entrevistaron a Héctor Llaitul declararan, fueran interrogados y dijeran qué realmente decía el vocero de la CAM en sus entrevistas? ¿O tal vez eso era peligroso para los intereses de la fiscalía?
No olvidemos que muchas veces el periodismo interpreta lo que dice la fuente, corta, edita y se ajusta a los tiempos que se tienen en la tele, radio o al espacio en un medio escrito.
Es más y debido a la nota de prensa donde nuestro medio informó que no se dejó declarar a los periodistas que entrevistaron a Llaitul (y que se puede leer al final de esta columna), fuimos objeto de un nuevo ataque a la libertad de Información, siendo contactados por una periodista institucional para que cambiáramos el reportaje (están los registros).
Tercer y último acto
Y bueno, llegamos al final. El jueves pasado el mismo fiscal regional que primero usó el trabajo periodístico, para buscar condenar a Llaitul y que luego rechazó que los periodistas que habían hecho las entrevistas, comparecieran en el juicio oral, sale a criticar la relación que estos profesionales de las comunicaciones tuvieron que establecer, para lograr hacer estos reportajes que hoy fundan su acusación.
Creo que el final de esta parte de la historia del juicio contra Héctor Llaitul se escribe sola y ya mucho hemos hablado del ataque a la joven periodista por parte del fiscal regional.
Sin embargo se esperaría que en el juicio al máximo exponente de la CAM, que por cierto tiene el rol de vocero y no de operativo, se respetara el principio de objetividad. No porque la gente lo pide debe ser hallado culpable, no porque parlamentarios exigen que se le condene, se tiene que condenar y no porque Héctor Llaitul se "cachiporree" con un par de periodistas, va a ser culpable de lo que la fiscalía dice o quiere mostrar.
Es de esperar que si los jueces lo condenan (lo van a condenar), lo hagan porque hay pruebas irrefutables de su culpabilidad, no meras especulaciones, o sólo presunciones como ha pasado ya, de manera que quedemos tranquilos de que se hizo justicia y no solo otra obra de teatro más.
Finalmente, los periodistas debieron haber sido dejados declarar, no solo usados por parte de la fiscalía regional.
(*) Habiendo supuestos diálogos de Llaitul con distintos periodistas, no sé porqué se eligió a una mujer para que encarnara todas estas críticas y no se identificó, por ejemplo, a otros periodistas del ámbito regional que también son nombrados.
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