Monocultivo forestal y desarrollo de la Región de La Araucanía
Simón Berti, presidente nacional y Emilio Guerra, presidente regional Araucanía, Colegio de Ingenieros Forestales A.G.
Ad portas de la entrega del Informe de la Comisión de Paz y Entendimiento se ha dado a conocer una propuesta de dos integrantes de dicha Comisión que plantea implementar una restitución inicial de tierras por cerca de 380 mil hectáreas. Esto generó una carta de rechazo de Patricio Santibáñez, presidente de la Multigremial de La Araucanía, publicada en la prensa, y una respuesta de la ex seremi de vivienda de la región, Ximena Sepúlveda, quien crítica la posición de Santibáñez respecto de la política de restitución de tierras. En una carta abierta la ex seremi acusa al monocultivo de pinos y eucaliptos por haber “devastado el medioambiente” y ser el responsable de la pobreza regional. El último capítulo de este intercambio de opiniones lo aporta Camilo Guzmán, presidente de la Asociación de Agricultores A.G. que en una reciente columna de opinión acuña el término “terrorismo económico” para referirse supuesto abuso de posición dominante de las empresas agroindustriales y forestales de la región.
Esta polémica refleja en parte la complejidad del tema que debe abordar la Comisión de Paz y Entendimiento, pero también refleja la insistencia en discurso unidimensional por parte de los detractores de la actividad forestal, que abunda en juicios generales y ampulosas afirmaciones sin fundamento. Cuando hacen uso de referencias de publicaciones tomas datos específicos, sin desarrollarlos en detalle, sacando a partir de estudios particulares conclusiones generales que anuncian como verdades reveladas. Utilizan la ciencia de manera sesgada para apoyar su juicios y no para iluminar un debate de suyo complejo. Es precisamente lo que hace Ximena Sepúlveda en su carta abierta. Acusa a los monocultivos forestales de empobrecer masivamente los suelos sin mayor profundidad. ¿Cómo es posible que los árboles empobrezcan los suelos? La afirmación es tremendamente contraintuitiva. ¿Qué debemos entender por empobrecer? ¿En relación con qué situación anterior se enjuicia a los monocultivos y su impacto sobre el suelo? La erosión del suelo en la Región de la Araucanía es un problema complejo con una larga historia de más de dos siglos, y atribuirla a una única causa, como sería el caso de las plantaciones forestales de rápido crecimiento, cuyo desarrollo en la región no supera el medio siglo, es una reduccionismo no sólo técnico sino también histórico.
Luego está la acusación de que el monocultivo forestal ha devastado el medioambiente con pérdida de biodiversidad, erosión y escasez hídrica. Son acusaciones graves, pero reiterativas y que nuevamente desconocen el proceso histórico de alteración de los bosques originales de la región. Las afirmaciones de la ex seremi parecen más bien juicios morales y no reflexiones sobre el desarrollo histórico de la región. Su propuesta de desarrollo, por otra parte, está inundada de terminología vaga y buenismo. Señala que se debe repensar las formas productivas rurales con un modelo que combine justicia territorial y ecológica, sin profundizar en qué entiende por esos conceptos. A cualquiera le podría parecer que justicia territorial consiste en respetar el derecho de propiedad y justicia ecológica respetar las regulaciones ambientales. ¿A eso se refiere? Pareciera que no. Por otra parte, propone la agricultura regenerativa como estrategia para restaurar ecosistemas degradados, mitigar el cambio climático y restaurar los suelos. ¿Y para producir alimentos en calidad y cantidad que demanda el país? Parece que omite la principal finalidad de la actividad agrícola. La agricultura regenerativa es un enfoque que se centra en restaurar la calidad del suelo mediante la adopción de prácticas de manejo sostenibles, por lo mismo, basta con impulsar la sostenibilidad en las prácticas de uso del suelo, tanto agrícolas como forestales para dar cumplimiento a esta aspiración. No parece una innovación ni una propuesta disruptiva. Los avances en prácticas sostenibles en la actividad agroforestal están acreditados desde hace más de dos décadas. Otra cosa es acuñar conceptos nuevos para procesos antiguos, dándoles una interpretación política que no necesitan.
Así también, sería un despropósito en el contexto actual, buscando enjuiciar el actual modelo de desarrollo, responsabilizar a agencias públicas de la pérdida del suelo, ello en atención que por décadas han subsidiado los cultivos que realizan los propietarios, por un necesidad de subsistencia, en terrenos en pendiente que son arados con el fin de establecer cultivos anuales.
Por otra parte, demonizar los monocultivos y apelar a nuevos modelos de desarrollo es una postura política más que técnica. Todo lo que nos ofrece el agro proviene de monocultivos de especies introducidas: manzanas, trigo, avena y una larga lista de alimentos. Los monocultivos son una estrategia eficaz de satisfacer la demanda por alimentos, a menores costos y mayor productividad; al igual que los monocultivos forestales producen madera y diversos productos derivados de la fibra. En cerca de un 90% se han establecido en terrenos erosionados por históricas prácticas agrícolas no sustentables que los detractores siempre omiten.
En este contexto, las plantaciones forestales, lejos de demonizarlas, deben ser entendidas como parte de una solución productiva eficiente para satisfacer la creciente demanda por madera y fibra, pero además una solución ambiental. Estudios demuestran que las plantaciones pueden mejorar la productividad del suelo y facilitar la restauración posterior del bosque nativo, ya que mejoran el habitat, las especies de rápido crecimiento actúan como "nodrizas", creando condiciones favorables para el establecimiento de especies nativas. Incluso, los pinos, puede ser la solución para aumentar la biodiversidad, ya que esta es mayor en plantaciones que en terrenos desnudo, degradados o esquilmados por el mal uso antrópico.
En conclusión, la degradación del suelo en La Araucanía es un problema multifactorial con raíces históricas profundas. La expansión agrícola, la ganadería y la sobreexplotación del bosque nativo han contribuido significativamente a la erosión del suelo. Si bien las plantaciones forestales han tenido un impacto en el paisaje, también son parte de la solución si se gestionan de manera sostenible. Es fundamental un enfoque integral que considere la historia, la realidad socioeconómica y las posibilidades de desarrollo sostenible, promoviendo la colaboración público-privada para gestionar e impulsar un modelo productivo basado en la confianza que combine la recuperación de suelos, la restauración del bosque nativo y el desarrollo económico de La Araucanía.
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