Con tristeza reaccionaron la esposa -hoy viuda- e hija del mecánico que María Ancalaf, su hija Julieta Pérez Ancalaf y su hijo Ignacio Pérez Ancalaf -además de sus cómplices- secuestraron, torturaron, asesinaron e hicieron desaparecer, teóricamente en las aguas de un río, luego de quemar sus restos en una fogata que hicieron arder por varias horas y donde, adrede, luego esparcieron huesos de pollo con la intención de que Edgardo Mardones Beltrán (46) no fuera encontrado.

Y reaccionaron así porque la preparación del juicio oral que podría entregarles algo de justicia, se aplazó para el 25 de agosto, debido a que dos de los imputados -a través de su defensa- solicitaron la medida. Uno por su permiso postnatal y el otro, porque había solicitado recientemente antecedentes que no le han llegado.

Libertad vigilada

Sin embargo, ayer también se supo de uno de los imputados por el brutal crimen, Héctor Artigas, esposo de María Ancalaf, fue condenado en un procedimiento abreviado en calidad de cómplice en uno de los secuestros, ya que se estableció que facilitó el vehículo para el traslado de una de las víctimas, pero ayudó en el esclarecimiento de los hechos.

Así, el Juzgado de Garantía de Collipulli lo sentenció a 3 años y un día de presidio efectivo, pero luego la Corte de Apelaciones de Temuco sustituyó la pena de cárcel por libertad vigilada.

Respecto al resto de los imputados fiscalía intentará condenarlos por los delitos de secuestro agravado y secuestro con homicidio, lesiones graves, además de porte de armas de fuego y tráfico de drogas.