Jefes de gabinete: todos presos !!!

Ricardo Barría Dillems, ingeniero comercial, magister en comunicación. Editor de AraucaniaDiario, miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

Opinión20/05/2024Equipo AraucaniaDiarioEquipo AraucaniaDiario
Ricardo Barria Dillems
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Menos mal hoy existen ya muchas excepciones, pero hasta hace poco tiempo, ser atendido por un funcionario público o tener que pedir algo en un servicio o municipalidad, era todo un sufrimiento: atendían mal y cuando querían, ponían malas caras, nadie se hacía responsable y muchas veces, nada nos solucionaban, pudiendo hacerlo.

Un ejemplo de aquello era el libro de reclamos del hospital regional, que me tocó ver en una oportunidad que lo visité con el entonces intendente de la época, el que no tenía reclamos, porque tampoco tenía las hojas donde los usuarios molestos denunciaban; ya que los mismos funcionarios arrancaban las páginas, para que no se supieran los reclamos. Increíble pero así era. 

El pituto

Así, para todo había que tener "un pituto" y bendecido era quien tenía un amigo "adentro", porque ahí sí que las cosas andaban rápido, funcionaban o se podían hacer. Y esto era a todo nivel, ya que hasta los partes se podían "sacar" con un Carabinero conocido.

Pero todo eso ha ido cambiando. Mejores sueldos, personal más calificado, una Contraloría enérgica y empoderada, pero además, la conciencia de que los funcionarios públicos trabajan para nosotros o que a la gente se le debe ayudar, en lugar de complicarnos la vida.

Así, si uno quiere presentar un proyecto en la Corfo, o participar de un programa del Indap, de Sercotec o del Fosis, los funcionarios envían los formularios, te los corrigen y hasta te ayudan a postular. En definitiva, tratan de que las postulaciones sean exitosas y le facilitan las cosas a las personas.

Hasta en los gobiernos regionales era así. Si había algún particular sin fines de lucro postulando un programa o un municipio que presentara un proyecto, los funcionarios encargados o los jefes de división enviaban los formularios, ayudaban a completarlos, incluso se realizaban reuniones de corrección y guía, todo para que la postulación fuera bien hecha y se concretara la inversión.

Bueno, eso era antes del famoso caso "Convenios", ya que hoy, todo eso es mirado como "tráfico de influencias" y cualquier ayuda o correo es calificado como "sospechoso" e incluso una sugerencia de cómo hacerlo mejor, es mirado feo y además, está bajo la lupa de la fiscalía.

Jefes de gabinete

Y que decir de esos "monstruos" que son los jefes de gabinete; si debieran ir todos presos, ya que según la nueva mirada de los fiscales regionales, todos cometen tráfico de influencias o así se puede leer en las carpetas investigativas.

Imagínense. Cuando uno quiere hablar con un seremi o con un alcalde para representar un problema, aparecen estos verdaderos gnomos y lo atajan a uno, escuchan lo que uno necesita decirle a la autoridad y por lo general, solucionan los problemas. Por ejemplo, si una comunidad lleva 10 años sin que le arreglen el camino y van al Ministerio de Obras Públicas, el que de verdad hace que los camiones vayan y tiren el ripio no es el seremi, sino su jefe de gabinete y lo más probable es que la autoridad ni se entere.

¿Y qué fue lo que hizo el jefe de gabinete del MOP? Bueno, llamó al director provincial, le explicó la situación, el jefe le debe haber respondido que ese camino estaba agendado para dos años más y el jefe de gabinete, le insto a que se resolviera de inmediato, tal vez pagando horas extra o reprogramando los trabajos. Y resolvió el problema.

Tráfico de influencias !!!, gritaría sin embargo un fiscal de La Araucanía.

De la misma forma, cuando un vecino tiene un reclamo que hacerle al alcalde y llega a su oficina, antes de que salga el edil aparece su jefe de gabinete y en un instante ya le están resolviendo el problema. Tráfico de influencias !!!, volvería a gritar el fiscal de La Araucanía.

Y la lista suma y sigue, ya que justamente el jefe de gabinete de cada autoridad, es el llamado a hacer que nuestro mundo informal, de gente común y corriente, el de los vecinos, calce con el sistema formal y lleno de normativas del sector público, donde nada se puede. Esa es su pega.

Pero hay de quienes hoy se atrevan, ya que eso sería "tráfico de influencias", frase que se repite una y otra vez al interior de las fiscalías, persiguiendo la imagen del "jefe de gabinete" o de cualquier ser vivo que ose ayudar a alguien, debiendo acomodar -entre comillas- la rígida normativa.

Gobierno Regional

Y es cosa de ver lo que ha pasado en el Gobierno Regional de La Araucanía, donde hasta el año pasado se podría ir y venir, postular a programas o presentar iniciativas de fomento o inversión. ¿Con quién se hablaba si alguien quería llegar con el gobernador? Con su jefe de gabinete.

¿Con quién conversaban los alcaldes si necesitaban una inversión?, ¿a quién forzosamente tenían que recurrir los parlamentarios que "apadrinaban" un club de adulto mayor?, ¿o con qué persona los jefes de servicio o de otros poderes del Estado se coordinan para reunirse con el gobernador y pedirle algo?

La respuesta para lo anterior es la misma y única en todo Chile y para cada autoridad: con el jefe de gabinete y lo tienen desde los ministros de Estado, el Presidente de la República, los alcaldes e incluso, la contralora nacional.

Todos ellos tienen ese rol de hacer que las cosas pasen, de resolver los conflictos antes de que se conviertan en problemas o en "incendios" para la autoridad. Es decir, hacer uso de su cargo para influenciar a otros funcionarios públicos, para que lo que se tiene que hacer, se haga.

Sin embargo, siguiendo el criterio de la fiscalía, todos los jefes de gabinete debieran estar presos. ¿O no? Total, que las personas, los vecinos y los usuarios se jodan y sigan esperando. A eso hemos llegado con esta cacería de brujas.

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