Más mujeres en investigación ¿Por qué y para qué?

En los últimos años se ha revelado un fenómeno que, sin ser nuevo, se había mantenido invisible por décadas. Se trata de las desigualdades que afectan a las mujeres en distintos ámbitos de la actividad académica, especialmente en la investigación. Afortunadamente, desde los espacios universitarios y desde los movimientos sociales se ha evidenciado esta realidad, a la vez que estudios desarrollados en diversos países del mundo aportan datos relevantes a la discusión.
El rezago que experimentan las mujeres en investigación tiene relación con varios factores. Uno de ellos es la dificultad para compatibilizar dos mundos altamente exigentes (maternidad – cuidados familiares y productividad científica) y que en determinados momentos del ciclo vital se vuelven prácticamente irreconciliables. Además, en el mundo académico persisten barreras estructurales y simbólicas, basadas en prejuicios y sesgos de género.
¿Por qué es indispensable una mayor presencia de mujeres en la investigación? Las razones son varias, pero podrían resumirse en las siguientes: Primero, porque existen principios que han sido difíciles de instalar, pero que hoy día son indiscutibles. Uno de ellos es el principio universal de Igualdad de Género, orientado a erradicar las desigualdades que experimentan las mujeres en distintos ámbitos. Atender a este principio implica promover iguales oportunidades y derechos, sin distinción alguna. El segundo principio, de carácter ético normativo, es el de Equidad de Género. Este reconoce las diferencias y la diversidad y, por tanto, propone implementar medidas diferenciadas para nivelar las oportunidades y el acceso a recursos materiales y simbólicos de aquellos grupos que han estado excluidos. Ambos principios, con distintos énfasis, se han promovido en las políticas públicas chilenas desde comienzos de 1990 y en los últimos años se instalan en la mayoría de las universidades del país.
Finalmente, la incorporación de más mujeres y en mejores condiciones a la investigación contribuye a disponer de una diversidad de perspectivas, a avanzar en la erradicación del enfoque androcéntrico que ha dominado la construcción del conocimiento y a aportar referentes a las futuras generaciones. Así, no sólo es cuestión de justicia y de derechos, sino que supone una forma de generar conocimiento que incorpora las necesidades e intereses de las mujeres – heterogéneas, diversas - en las distintas áreas de la ciencia.