
Marcela Castro Armijo, seremi de Educación, región de La Araucanía.
Por Marcelo Trivelli, Presidente de Fundación Semilla.
Opinión22/09/2022Con inscripción automática y voto obligatorio, votó el 85% de las y los ciudadanos en el plebiscito de salida que rechazó la propuesta Constitucional. Esta gran participación en las urnas le da una gran legitimidad al resultado y a las instituciones republicanas. Pero nada dice, al ser obligatorio sufragar, sobre la cultura democrática de la sociedad chilena.
En procesos anteriores, con voto voluntario, la participación estaba entre el 40% y 50% de la ciudadanía. Es decir, en promedio, la mitad de los votantes que el domingo 4 de septiembre de 2022.
¿Nos debiéramos quedar tranquilos y ser autocomplacientes con 85% de participación? Ciertamente no y por ello debemos mirar el rol de la educación en la consolidación y fortaleza democrática de nuestro país.
Desde hace años que el modelo de educación está en disputa. Por un lado, el tradicional de carácter jerárquico y autoritario y, por el otro, la escuela democrática y participativa.
Quienes abogan por la primera patrocinan una disciplina estricta y punitiva para dotar a los y las docentes de autoridad y respeto por parte de sus estudiantes. Justifican su posición señalando que se ven a sí mismos como producto de dicho modelo educativo y se muestran autocomplacientes con el resultado.
El modelo de escuela democrática es aquella que, desde los primeros niveles de la educación formal hasta las aulas universitarias, la conducta diaria, y recalco, diaria, de adultos, niñas, niños y jóvenes entienden la convivencia basada en la participación, solidaridad, diversidad, inclusión, libertad y cooperación.
En Fundación Semilla tenemos la convicción de que la democracia no se enseña, se practica todos los días y a partir de ello se va conformando una cultura democrática que muy pronto trasciende los límites de la escuela e irradia a la sociedad en su conjunto.
Ser una escuela democrática no es fácil. Requiere de cultura y vocación democrática del mundo escolar adulto y sobre todo… ¡paciencia y templanza! Más aún cuando se está enfrentando un modelo jerárquico y autoritario. Construir democracia es desarrollar en las y los estudiantes pensamiento y actitud crítica y reflexiva frente a las situaciones que enfrentan; incentivar el diálogo y atreverse y permitir que se equivoquen.
El mayor obstáculo para una escuela democrática es el Currículum Nacional del Ministerio de Educación que prioriza la transmisión de conocimientos en vez de priorizar la formación integral de la persona. Mientras los incentivos estén puestos en el rendimiento en las pruebas estandarizadas y en la competencia entre estudiantes y establecimientos, la escuela democrática quedará relegada a ser de segunda o tercera categoría.
Chile demostró no estar preparado para el voto voluntario y reconozco que yo era uno de sus propulsores. No basta con la buena intención ni dejar que la política entusiasme a sus electores. Es clave para la construcción de una sociedad más democrática reconocer y tomar acción para darle valor a la democracia en la escuela.
Marcela Castro Armijo, seremi de Educación, región de La Araucanía.
Ximena Sepúlveda, Ingeniera Civil Industrial, Magister en Desarrollo Humano Local y Regional. Ex seremi de Vivienda y Urbanismo.
Ricardo Barría Dillems, ingeniero comercial, magister en comunicación. Editor de AraucaniaDiario, miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Maite Castro Gallastegui, Seremi de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de la Macrozona Sur.
Marcelo Trivelli, Fundación Semilla.
Alejandra Parra, Master en Planificación de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), Bióloga en Gestión de Recursos Naturales, asesora en plásticos y basura cero para la Alianza Global por Alternativas a la Incineración GAIA, coordinadora nacional de la Alianza Basura Cero Chile, co-fundadora de la Red de Acción por los Derechos Ambientales RADA.
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