
Ricardo Barría Dillems, ingeniero comercial, magíster en comunicación. Editor de AraucaniaDiario, miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Ricardo Barría Dillems, ingeniero comercial, magister en comunicación. Editor de AraucaniaDiario, miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Opinión22/03/2024
Equipo AraucaniaDiario
No he tenido la oportunidad de viajar a Francia aún, pero espero hacerlo algún día y por supuesto que una de las cosas que quiero hacer, es visitar esos mercados de frutas y verduras en la calle -los que se ven en la tele- donde todos venden sus productos o comercializan hortalizas de la mejor calidad y donde los chef con estrellas Michelin, muestran cómo eligen los mejores morrones o tomates -de diversos colores- para preparar sus mejores platos de cocina internacional.
Para quienes crecimos y trabajamos dentro del sector entre Caupolicán, Manuel Montt, Barros Arana y Balmaceda, en Temuco, la Feria pinto es un lugar sin riesgos, seguro y donde caminar es un placer, junto con comprar productos frescos y de la misma o mejor calidad que en los mercados de Europa, pero a precios muy lejanos a los que en el Jumbo o en el Líder hay que pagar.
Y si hacemos un poco de historia y según recuerdo, ya hace más de 25 años que llegaban, cada noche, los productores a vender sus hortalizas y frutas de estación a los bandejones de avenida Balmaceda, buscando escapar de los abusos de los supermercados de la región. Y claro, si acá los choclos dulces se les pagaba a 100 pesos la docena, en un supermercado como Las Brisas se los recibían a $30 las 12 unidades y si no los vendían, tenían que pasar a retirarlos y se los descontaban de lo que les tenían que pagar.
Lo mismo con lechugas, cilantro, zanahorias y cualquier producto que en el supermercado les fueran a comprar. Les pagaban precios bajísimos, abusaban de su poder comprador y hasta la basura la tenían que pasar a retirar y se las descontaban.
Y en torno a los vendedores de hortalizas se desarrollaron además distintos emprendimientos, venta de dulces, café y por supuesto, el famoso "Rey del Churrasco", al que pasábamos mucho antes de que apareciera la "Picada de Mackenna", tipo 6 o 7 de la mañana, para arreglar la caña o como ahora los jóvenes dicen, a pasar el "Bajón"; lugar donde riéndonos decíamos que era el rey del "Churraaaaaaasco", imitando el relincho de un caballar (y no voy a explicar más, todos saben que amo los caballos).
Así, en Balmaceda por años hemos tenido un comercio informal que permite a los dueños de negocios de toda la región, surtir sus emprendimientos y locales, los boliches de la esquina y los que son atendidos por su propio dueño. Además, es fácil llegar en taxi o colectivo, los precios son baratos y sus productos, de la mejor calidad.
Por otro lado, como su actividad es nocturna, ni siquiera compiten directamente con los locatarios de la Feria Pinto, quienes venden de día y a un público muy distinto al que a ellos les llega a comprar.
Entonces, ¿para qué meterse en esta espuria pelea en la que el alcalde de Temuco Roberto Neira entró?, ¿Por un par de vecinos jodidos a los que les molesta que hagan taco?, ¿o por otros que no quieren vivir en un sector "así"? Porque si hay desorden, es cosa de ordenar; si hay tacos, es asunto de que un par de carabineros "de verdad" hagan circular; y si reclaman mis vecinos, sólo hay que hacer de este sector, un mercado modelo al que todos quieran ir a comprar.
Si por el contrario nos pusiéramos a soñar (y a eso invito al alcalde), en convertir el Eje Balmaceda en un gran mercado al aire libre de frutas y verduras al por mayor, el Mercado Balmaceda, ordenado, limpio, con buenos estacionamientos, con buenos baños que sirvan incluso de día; las cosas serían muy distintas y en lugar de andar peleando con los hortaliceros, podría hasta ir a comprar junto a su familia, algo que imagino no puede hacer hoy día.
Son décadas señor alcalde de familias que han buscado y encontrado un mejor vivir, de la mano del sacrificio de viajar cada tarde a Temuco, para pasar frío y volverse de madrugada a la casa, ya sea al Fundo El Carmen, Labranza u otras comunas. No es un trabajo fácil ni mucho menos tan oneroso como se dice, a ver si alguno de nosotros estaría disponible para hacerlo.
Son gente de esfuerzo, trabajadora, que está dispuesta a ensuciarse las manos haciendo almácigos, plantando sus verduras, regando, fertilizando, fumigando, cuidando que no se las coman los pájaros o los animales del vecino, para que luego, ya en primavera o verano, salgan a vender sus productos, muchas veces acompañados hasta de sus hijos.
En lugar de cerrarnos esa posibilidad en Temuco, hagamos un gran Mercado Abierto Balmaceda, donde con orden y seguridad (tenemos hartos guardias municipales), todos puedan venir a vender sus productos agrícolas y de paso, todos los que quieran, vengan a comprar.

Ricardo Barría Dillems, ingeniero comercial, magíster en comunicación. Editor de AraucaniaDiario, miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

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